- Con seis millones de unidades al año, China se ha convertido en el mayor exportador de automóviles del mundo
- Las políticas industriales de China han tenido un enfoque consistente que la han llevado a superar en eficiencia y tecnología a marcas tradicionales de Europa y Estados Unidos
- Los líderes chinos llevan 15 años subvencionando la investigación y la producción de sus coches eléctricos
Jim Farley, declaró esta semana a The Wall Street Journal que considera a la industria automotriz china como una seria amenaza para la empresa que dirige.
Farley es el director ejecutivo de Ford Motor Company.
El auge de las empresas de vehículos eléctricos con rápido crecimiento y con conocimientos tecnológicos en China podría acabar con los fabricantes de automóviles que atienden el mercado de los Estados Unidos y eso incluye a los fabricantes europeos.
Farley en su visita verificó como el gigante local BYD, ofrece autos de alta calidad por un valor de unos 18 mil euros, mientras que su modelo de entrada, el Seagull tiene un precio de 9 mil euros.
El precio medio de un vehículo nuevo vendido en Estados Unidos está en 49 mil euros.
Estos coches cuentan con autonomías de 400 o 500 km, muchos con precios de menos de 15.000 euros y con tecnologías muy avanzadas.
Esto escapa al alcance y a la comprensión de los directivos de la industria europea, que parecen apegados al coche de combustión y al renombre de sus marcas.
Superados por la China
Hace cuatro años, China era un país relativamente débil en la exportación de automóviles pues enviaba anualmente un millón de vehículos de bajo coste, sobre todo a los mercados Medio Oriente y otros países.
Hoy ha superado a Japón y Alemania y se ha convertido en el mayor exportador de vehículos del mundo a un ritmo anual de seis millones de unidades.
Sus vehículos tienen todo lo que el cliente necesita, a precios más competitivos.
Cambio urgente de estrategia
Farley ha comprobado que debe rediseñar de manera urgente la estrategia, hacia el vehículo eléctrico que hasta ahora ha sido muy tímida.
El supuesto simple de «hacer algún vehículo eléctrico mientras seguimos considerando los de combustión interna como nuestro producto principal» les ha llevado a perder miles de millones de dólares y a mantenerse en una posición completamente retrasada en la industria.
En Estados Unidos Ford y el resto de marcas, han hecho frente a Tesla, que realmente no ha dado una gran batalla, como lo muestran sus números que han sido relativamente malos, con constantes pérdidas económicas e incluso reducción en la producción de muchos modelos.
En Europa Elon Musk con su Tesla tampoco ha sido quien marque la diferencia, una amenaza que parece quedarse corta comparada con la amenaza China.
Los fabricantes asiáticos no solo se están expandiendo por Europa sino también por otras regiones como América Latina, África y Oriente medio
Mercados que los grupos chinos abordan con propuestas de precio razonable, tanto de combustión, como híbridos pero sobre todo y cada día mas, eléctricos.
Europa, siguiendo los pasos de Estados Unidos
El gobierno estadounidense ha decidido imponer aranceles del 100% a los coches eléctricos chinos, algo que hasta ahora no ha acortado las diferencias como lo descubrió Farley en su reciente visita a China.
Por su parte Europa, en lugar de invertir en investigación y desarrollo, también ha decidido «proteger» su industria con aranceles que no solo desalientan la transición energética sino que hacen desestimar a los fabricantes locales proyectos de coches eléctricos económicos.
Europa parece querer darle más oportunidades a los motores de combustión, basada en la tradición de sus marcas, mientras que China irrumpe con notable éxito en los mercados.
Reacción tardía
Quizás tardíamente el CEO de Ford ha llevado varios coches a Detroit para ser estudiados.
Modelos con sistemas capaces de conectarse con la vivienda para encender la climatización o las luces a la llegada del propietario.
Coches totalmente comparables con vehículos eléctricos producidos por las marcas tradicionales que cuestan más del triple.
No solo en rendimiento sino también en tecnología y lujo, virtudes que encantan a los clientes, las marcas chinas superan a los tradicionales fabricantes europeos y estadounidenses.
China: ¿Cómo lo logra?
Las políticas industriales de China han tenido un enfoque consistente, hace 10 años Pekín lanzó su plan «Made in China 2025».
Bajo este plan el gobierno chino pretende sustituir importaciones en 10 industrias manufactureras que considera clave para la nación, mediante sus propios productos.
Uno de ellos era el sector automotriz.

El sistema bancario bajo control estatal dirigió recursos hacia esos sectores para fomentar su desarrollo.
Hoy con la economía china golpeada por el desplome del mercado inmobiliario, los dirigentes chinos han ordenado aumentar los préstamos a muchos de los mismos sectores manufactureros para compensar la desaceleración del gasto de los consumidores pero sobre todo para intensificar las exportaciones.
Como lo señala recientemente Keith Bradsher en el New York Times:
«Pekín restringe las opciones de inversión de los hogares chinos, que deben depositar sus ahorros en los bancos a bajas tasas de interés, estos a su vez prestan esos fondos a bajos intereses, a las empresas de los sectores a favorecer».
El Gobierno central, continua Bradsher, «le dice a los gobiernos locales que ayuden a las industrias elegidas, esta ayuda toma forma de terrenos baratos para fábricas, nuevas autopistas para camiones de mercancías, líneas de tren bala y otras infraestructuras»
De esta manera no solo son 10 años de invertir en el desarrollo de la industria sino que pueden ser muchos años más otorgando subvenciones.
Mas allá de las bien fundadas preocupaciones de Farley y del poco reto que ofrece Tesla, es momento de que Europa «enfríe» sus motores para acortar distancias con la competencia asiática.
Y mas vale que sea pronto, pues llevan una década de ventaja.