- La divergencia entre las economías de Estados Unidos y la eurozona es cada vez más evidente
- La economía de la eurozona pierde fuerza frente al dinamismo estadounidense y genera preocupación en los mercados globales
- El euro y los activos europeos en declive ante el fortalecimiento económico de Estados Unidos
Mientras la economía estadounidense muestra signos de fortaleza con un crecimiento proyectado del 2.1% para 2024, los activos europeos, como acciones, bonos y el euro, se ven afectados por un contexto de menor dinamismo.
Este desajuste responde a diferencias estructurales y coyunturales que están reconfigurando el panorama económico global.
La eurozona, liderada por Alemania y Francia, registra una contracción en su producción industrial y una demanda externa debilitada.
En particular, sectores clave como la manufactura han enfrentado dificultades, lo que ha llevado al índice PMI de la región a caer por debajo de 50, señal de contracción económica.
En contraste, Estados Unidos se beneficia de políticas fiscales expansivas y de una mayor resiliencia de su mercado laboral, cuya tasa de desempleo fue del 4.1% a octubre de 2024.
Políticas monetarias divergentes
El Banco Central Europeo (BCE) ha adoptado un enfoque más cauteloso para reducir tasas, mientras que la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos parece haber completado su ciclo de ajustes monetarios.
Esto ha permitido que la economía estadounidense mantenga un crecimiento más robusto, lo que ha atraído mayores flujos de inversión hacia activos denominados en dólares.
El impacto de estas políticas monetarias no solo afecta a los mercados financieros, sino también a la percepción global de estabilidad económica.
Los inversores están optando por activos denominados en dólares, considerados refugios seguros frente a la volatilidad en Europa.
Según datos recientes del Fondo Monetario Internacional, la inversión extranjera directa en Estados Unidos ha crecido un 14% en el último año, mientras que en Europa apenas ha alcanzado un incremento del 3%.
Estructura económica y dependencia del comercio internacional
Alemania y Francia, motores tradicionales de la eurozona, dependen en gran medida de sus exportaciones, especialmente en sectores industriales.
Sin embargo, la demanda global, especialmente desde China, ha disminuido, afectando el crecimiento de estas economías.
A esto se suma el impacto de los elevados precios energéticos, que golpean especialmente a industrias intensivas como la química y la metalúrgica.
El sector automotriz, un pilar de la economía alemana, ha sido particularmente afectado por esta dinámica.
La caída en la demanda global, especialmente en mercados asiáticos, ha reducido las exportaciones de vehículos en un 12% durante los primeros tres trimestres de 2024.
Esta disminución ha coincidido con el encarecimiento de componentes clave, como semiconductores, lo que ha agravado los problemas de producción y rentabilidad en fabricantes como Volkswagen y BMW.
Economía de la Eurozona: Demografía y consumo interno
La demografía en Europa también juega un papel clave.
Una población más envejecida limita el crecimiento del consumo interno, lo que contrasta con el dinamismo de los consumidores estadounidenses, impulsados por mayores ingresos reales y un mercado laboral más flexible.
El rendimiento de las acciones europeas ha sido inferior al de sus contrapartes estadounidenses, reflejando el pesimismo de los inversores sobre las perspectivas de la región.
En el ámbito del crédito, los bonos europeos enfrentan mayores presiones debido a la incertidumbre económica.
En la practica, JP Morgan, Bank of America y Wells Fargo, encabezan la lista de los bancos mas poderosos por valorización bursátil, lo que debe hacer reflexionar al Banco Central Europeo sobre la necesidad de fortalecer la gestión del capital, del ahorro y del préstamo en una banca europea poco concentrada y en momentos de baja de tipos.
Por su parte, el euro ha perdido terreno frente al dólar, situándose por debajo de 1.05, su nivel más bajo en dos años.
¿Coyuntura o tendencia permanente?
La combinación de una economía de la eurozona débil, tensiones geopolíticas y una política monetaria restrictiva puede limitar su capacidad de recuperación.
Sin embargo, existen oportunidades para mejorar su competitividad, como fomentar la transición energética y modernizar sus infraestructuras digitales.
La región deberá centrarse en diversificar su estructura económica, reducir su dependencia de las exportaciones y promover el consumo interno, lo que requerirá reformas estructurales profundas, pero podría sentar las bases para un crecimiento más sostenible.
Además, la región enfrenta desafíos relacionados con el cambio climático y la transición energética, que requerirán una inversión masiva en infraestructura sostenible.
Según la Agencia Internacional de Energía, Europa necesita movilizar más de 1,3 billones de euros para cumplir con sus objetivos de emisiones netas cero para 2050.
Sin estas inversiones, no solo estará en riesgo su competitividad, sino también su capacidad para atraer capital extranjero hacia sectores estratégicos.
La pregunta fundamental es si Europa podrá cerrar esta brecha con Estados Unidos o si la divergencia actual se convertirá en una tendencia permanente.
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