- La pesca de arrastre en el Mediterráneo enfrenta su mayor amenaza con la drástica reducción de días de faena del plan de pesca de la Unión Europea
- España, Francia e Italia buscan alternativas conjuntas para evitar el colapso del sector pesquero
- Bruselas bajo presión para equilibrar sostenibilidad medioambiental y viabilidad económica del Mediterráneo
El plan de la Unión Europea para reducir drásticamente la pesca de arrastre en el Mediterráneo ha encendido las alarmas en la industria, con movilizaciones y un firme rechazo de parte del Gobierno de España y otros países mediterráneos.
La medida, que busca alcanzar un rendimiento máximo sostenible para 2025, implica reducir las jornadas de pesca de 130 a apenas 27 días al año, lo que supondría un golpe devastador para el sector.
La amenaza a una industria esencial
El plan de la Unión Europea no solo afectaría a 556 embarcaciones dedicadas a la pesca de arrastre, sino que también pone en riesgo 17.000 empleos directos e indirectos.
Javier Garat, presidente de la Confederación Española de Pesca y Europêche, lo describe como una «sentencia de muerte» para la flota pesquera del Mediterráneo.
Las medidas, según Garat, están basadas en datos obsoletos que no reflejan los esfuerzos recientes del sector para mejorar la sostenibilidad y la selectividad de las capturas.
Desde 2020, se han implementado sacrificios significativos, como una reducción del 40% en los días de pesca y mejoras técnicas para minimizar la captura de especies juveniles.
Estos avances, sin embargo, parecen insuficientes para Bruselas, que argumenta que la sobreexplotación sigue siendo un problema crítico en el Mediterráneo.
Movilización y rechazo político
Las protestas frente a la sede de la Comisión Europea en Madrid son un reflejo del profundo malestar del sector.
El Gobierno de España, liderado por el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha rechazado «radicalmente» la propuesta, calificándola de «desenfocada» e «inviable» para la actividad pesquera.
Planas ha enfatizado que España no aceptará ninguna medida que perjudique los intereses de los pescadores y ha unido fuerzas con Francia, Italia y Hungría para buscar una alternativa conjunta.
En palabras del ministro, es esencial trabajar por la sostenibilidad con el sector, no contra el mismo.
El contexto europeo
El plan plurianual de pesca en el Mediterráneo Occidental, vigente desde 2020, tiene como objetivo garantizar la sostenibilidad a largo plazo de las especies en la región. Sin embargo, la implementación de medidas tan estrictas plantea un dilema: ¿Cómo equilibrar la protección medioambiental con la supervivencia económica de miles de familias?
En este sentido, España no está sola. Francia e Italia también han mostrado su preocupación por el impacto económico y social del plan.
Estos países representan una parte importante de la actividad pesquera en el Mediterráneo y buscan una solución que no deje al sector en una posición insostenible.
Implicaciones económicas y sociales
La reducción de la pesca no solo afecta a los tripulantes de las embarcaciones, sino también a toda la cadena de valor, que incluye procesadores, distribuidores y otros servicios relacionados.
El daño económico se extendería a las comunidades costeras, que dependen en gran medida de esta actividad para su sustento.
El impacto podría ir más allá de las fronteras españolas ya que si la pesca en el Mediterráneo disminuye drásticamente, es probable que aumenten las importaciones de pescado de otros mercados, lo que podría encarecer los precios y modificar la dinámica del comercio pesquero en Europa.
Plan de pesca de la Unión Europea: ¿solución equilibrada?
Mientras la Unión Europea insiste en la necesidad de proteger el ecosistema del Mediterráneo, los países afectados piden un enfoque más flexible y adaptado a la realidad del sector.
Los avances tecnológicos y las prácticas sostenibles adoptadas en los últimos años podrían ser la base para un plan que equilibre los objetivos medioambientales con la viabilidad económica.
Luis Planas ha señalado que este tipo de medidas alimentan el descontento hacia la Unión Europea, fomentando ideas euroescépticas y subrayó:
Es fundamental que las soluciones provengan de un diálogo abierto con el sector y no sean impuestas unilateralmente.
El futuro de la pesca en el Mediterráneo pende de un hilo.
En un contexto de crecientes desafíos medioambientales y económicos, encontrar un equilibrio será clave para garantizar la sostenibilidad tanto del ecosistema como de las comunidades que dependen de él.
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