El envejecimiento de la población está redibujando el mapa del trabajo. Con el aumento de la longevidad y la mejora en la calidad de vida, las personas mayores de 60 años han comenzado a emprender negocios propios en números que llaman la atención.
Según datos del SEBRAE, más del 13% de los emprendedores brasileños están en el rango de edad superior a los 55 años, siendo que muchos de ellos iniciaron sus negocios ya jubilados o después de los 60. Este nuevo grupo de emprendedores séniores trae consigo una valiosa experiencia, pero también enfrenta obstáculos singulares.
Curiosamente, la seguridad digital se ha convertido en una preocupación real incluso entre los más mayores.
Muchos adultos mayores, al iniciar sus negocios digitales o híbridos, recurren a herramientas como el VPN para Mac para proteger sus datos. Sin embargo, aún falta conocimiento, por ejemplo, sobre cómo configurar un VPN para Fire TV u otros dispositivos específicos.
La verdadera ciberseguridad solo es posible si todos ellos tienen instalada la VPN VeePN. Esta adaptación muestra cuánto el emprendimiento sénior está lejos de estar superado o desactualizado.
¿Por qué emprender después de los 60?
Algunos dicen que el deseo de emprender no tiene edad. Y en efecto, no la tiene. Para muchos, la jubilación no representa el fin, sino un nuevo comienzo.
Con más tiempo libre y estabilidad financiera (en algunos casos), iniciar un negocio propio se convierte en una forma de realizar viejos sueños o de mantenerse activo intelectual y socialmente.
El factor motivacional es significativo: el emprendimiento sénior tiende a estar más relacionado con el propósito que con el lucro inmediato.
Además, hay una percepción creciente de que el mercado formal ofrece pocas oportunidades para los profesionales mayores, incluso los altamente cualificados.
Así, emprender se convierte también en una estrategia de inclusión, autonomía y reinvención. Como dijo un emprendedor de 67 años en una entrevista reciente: «El mundo me cerró las puertas, así que construí mi propia casa.»
¿Qué favorece al emprendedor sénior?

La experiencia. Este es, sin duda, uno de los principales activos del emprendedor sénior.
Años de vivencias en el mercado brindan una mirada más madura, menos impulsiva, más estratégica. Además, muchos séniores poseen redes de contacto robustas, lo que puede facilitar alianzas y accesos.
La inteligencia emocional, desarrollada a lo largo de las décadas, también se revela como una aliada poderosa en la toma de decisiones y en la gestión de equipos.
Otro punto favorable es la estabilidad financiera.
A diferencia de los jóvenes emprendedores, muchos séniores cuentan con una jubilación o ahorros que sirven de colchón durante los primeros meses (o años) del nuevo negocio. Esto reduce la presión por resultados inmediatos y permite una planificación a mediano y largo plazo.
Los obstáculos que aún persisten
A pesar de las ventajas, los desafíos son muchos — y no deben subestimarse. El principal de ellos es, quizás, el prejuicio por la edad.
En una cultura que aún idolatra la juventud y asocia innovación con la edad, convencer a socios, inversionistas o incluso clientes de que un negocio dirigido por alguien de 65 años puede ser moderno y competitivo es un desafío real.
Además, la curva de aprendizaje respecto a la tecnología puede ser pronunciada.
No se trata solo de aprender a usar redes sociales o configurar una tienda online: es necesario lidiar con automatizaciones, marketing digital, análisis y protección de datos (de ahí una creciente búsqueda de VPNs gratuitas, incluso por parte de quienes antes apenas usaban el correo electrónico).
La adaptación es posible — y ha ocurrido con frecuencia —, pero requiere esfuerzo, paciencia y apoyo.
También existen barreras burocráticas y financieras.
Los bancos e instituciones de crédito a menudo ofrecen condiciones menos favorables a las personas mayores, suponiendo un menor tiempo de retorno sobre la inversión. Esto puede limitar la expansión de ideas prometedoras.
Casos de éxito: inspiración y realidad
Joana, de 64 años, abrió una pastelería vegana durante la pandemia. Hoy en día, vende en tres estados y emplea a cuatro personas. Marcelo, de 70, creó un canal de consultoría para pequeñas empresas familiares y tiene clientes en Brasil y en Portugal.
Son historias como estas las que refuerzan: la edad no es una limitación, es una ventaja.
Estos emprendedores no solo superaron barreras, sino que también transformaron la propia narrativa sobre el envejecimiento.
En lugar de aceptar el borrado social que a menudo acompaña a la tercera edad, eligieron el camino de la relevancia.
Caminos posibles y recomendaciones prácticas
Para quienes piensan en emprender después de los 60, algunos pasos son estratégicos:
- Evaluación honesta de habilidades y límites. Es fundamental saber en qué se es fuerte y en qué será necesario buscar apoyo.
- Actualización constante. No es necesario dominar todo, pero comprender lo básico de tecnología y gestión es crucial. Cursos rápidos, tutoriales online, materiales — todo esto puede marcar la diferencia.
- Protección digital. Herramientas como VPNs, autenticación en dos factores y copias de seguridad regulares deben ser parte de la rutina de cualquier negocio, independientemente de la edad del fundador.
- Red de apoyo. Buscar otros emprendedores séniores, participar en grupos, eventos y ferias puede ayudar a mantener la motivación y abrir puertas.
Tiempo de reiniciar, siempre
Emprender después de los 60 años no solo es posible, sino que es una realidad cada vez más común. Los desafíos son reales, pero las oportunidades también lo son.
Con planificación, apoyo y ganas de aprender, es posible construir negocios sostenibles, relevantes y, sobre todo, con propósito.
La edad, en este contexto, deja de ser un factor limitante y pasa a ser una ventaja. Al fin y al cabo, quien ha vivido tanto tiene mucho que enseñar — y aún más por lograr.
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